Si
las personas se ocuparan más de resolver sus dilemas internos que de juzgar las
actitudes y decisiones ajenas seriamos mucho más felices; porque al querer
manejar la decisiones de nuestros conocidos estamos violando la ley del libre albedrío que nos fue otorgado por decisión Divina; ni aún los Ángeles se
atreven a intervenir en cuestiones humanas si no les damos permiso porque
respetan nuestro libre albedrío*.
Pero
nosotros pensamos que por el solo hecho de conocer a otra persona y que esta
sea nuestra pareja, amigo, familiar, conocido, ya tenemos derecho para
imponerle nuestro punto de vista, para aconsejarle sin que nos sea pedido, para
juzgar sus acciones e imponerles nuestros juicios de valor; para colmo si se
ofenden o rechazan nos enojamos con ellos.
Cuanta
vanidad hay en nuestra Alma si actuamos así; dejemos que cada uno aprenda sus
propias lecciones de vida, que evolucione de acuerdo a su criterio y solo
orientemos si esa guía nos fue pedida basándonos en valores universales, tales
como el amor y la verdad.
*El libre albedrío es la habilidad que tiene cada individuo
para tomar sus propias decisiones
El libre albedrío es un valioso regalo de Dios,
gracias al cual podemos amarlo “con todo [el] corazón”, o sea, porque queremos
(Mateo 22.37)
Néstor
O Salgado
Autor del Libro "Semillas para el Alma" y El Obrero de la Palabra